lunes, 8 de septiembre de 2008

Los pécoras en San Andrés

Finalmente pude cumplir uno más de todos mis innumerables sueños: conocer el Caribe. Reuní una platita y me fui a la isla de San Andrés que pertenece a Colombia pero que queda más cerca de Nicaragua pues está localizado en el mar Caribe muy cerca del itsmo como se puede observar en el mapa.

Nos fuimos 7 personas: Diana, Andrés "chino", María Elena, Santiago primo de Diego, Diego, Juank pécora y yo.

Jueves 4-sep-2008:

Duró 2 horas el vuelo por lo que llegamos de noche a San Andrés, así lo primero que hicimos fue comer un rico buffet en el hotel para luego disfrutar de la discoteca, unos coctelitos y luego caminar por la playa de noche. Para mi asombro todas las noches estuvieron completamente despejadas y claras de modo que se podían ver las estrellas perfectamente, fue un espectáculo supremo.

Viernes 5-sep-2008:
Nos levantamos bien temprano para reservar el almuerzo en Rocky Cay y la cena en el Hotel Decameron Mar Azul para el sábado. Luego arrendamos un carrito de golf para 6 personas por todo el día y así conocimos toda la isla. Paseamos por la cueva del pirata Morgan. A la hora de almuerzo fuimos a nuestro hotel a hacer snorkeling para luego comer en paz.
Teníamos que ir al norte para entregar el carrito, así que nos parqueamos un rato en Rocky Cay pues teníamos mucho calor. Nos bañamos y luego fuimos caminando al islote de al frente. Desde allí se podía ver el naufragio a unos 200 metros a nado pues no se podía caminar en esa parte. Les propuse a mis panas irnos nadando al naufragio pero nadie quiso por temor (mecos).
Nadar por el naufragio también fue demasiado emocionante, sumado al hecho de que nadie me quiso acompañar por miedosos así que me tocó ir solo, ¡mucho mejor! ¡más adrenalina! Luego de nadar los 200 metros quedé exhausto, me metí debajo del barco teniendo cuidado de no cortarme con los fierros oxidados y pude ver miles de peces pequeñitos; parece que los peces van a desovar al barco hundido. Pude observar también corales con formas de cerebro y multitud de especies diferentes de peces con colores fosforescentes, otros como cebras con colores amarillos, otros con lunares de colores. Luego me subí al barco por dentro asiéndome de esos fierros y pude caminar por el piso más bajo. Encontré una escalera rota y usando los peldaños buenos subí al segundo nivel desde el fondo y encontré una cocina toda llena de herrumbe, camarotes y cabinas. Habían muchos cangrejos también. Luego subí otra escalera y llegué a la cubierta principal que estaba a unos 15 metros de la superficie del mar; me dieron ganas de lanzarme al mar porque empezaron a picarme los moscos pero luego me dio miedo de amarizar en un fierro bajo el agua por lo que bajé tratando de ir por el mismo camino por el que subí pero no encontré las mismas escaleras, me perdí o_O así que busqué otras. Finalmente me zambullí dentro del barco al agua para posteriormente salir a mar abierto y comenzar a nadar lejos del barco hacia el islote.
Me reuní con mis panas, descansamos otro rato más y nos fuimos a conocer el Hotel Mar Azul de Decameron y estuvimos unos minutos en el turco para relajarnos. El Juank pidió manejar el carrito así que le dimos las llaves. Al salir del hotel a la avenida principal iba demasiado rápido e intentó frenar pero los frenos no le respondieron y quedó con la trompa del carro bloqueando la avenida y casi nos choca una moto que logró sortearnos (pilotada por una mujer que nos profirió el respectivo insulto a todos) y una camioneta que alcanzó a frenar. Este fue el único evento que en vez de relajarnos nos estresó, las llaves fueron retiradas de Juank forever.

Esa misma noche en nuestro hotel tuvimos la fortuna de escuchar a un grupo de rastafaris que tocaron con instrumentos típicos: bajo típico (batea de metal con una piola amarrada a un palo), quijada de caballo y maracas. Luego hubo una presentación de "Furia Latina" un grupo de baile espectacular.

Sábado 6-sep-2008:
Nos levantamos bien temprano de nuevo a reservar la cena en el Hotel Decameron San Luis en el restaurant Pastafari para el domingo. Posteriormente a esto nos fuimos al muelle a tomar una lancha que nos lleve a la isla Acuario para hacer snorkeling y vimos un montón de peces de colores. Luego la lancha nos llevó a Johny Cay una isla que tiene playas paradisíacas. Luego fuimos lo más rápido posible a Rocky Cay pues habíamos reservado el almuerzo ahí pero no alcanzamos a llegar (¡¡¡15 minutos de retraso!!!) así que nos tocó comer snacks que estaban ricos pero no sublimes.
Luego de eso contratamos otra lancha, la "Conciencia", para que nos lleve a conocer el naufragio que está al frente de Rocky Cay (aunque yo ya lo conocía) y luego a nadar con manta rayas cerca del islote Acuario. Fue sencillamente una experiencia fuera de este mundo, un éxtasis y un miedo el nadar con esos peces, había que tener cuidado con la cola pues podían picar y matarte. El capitán de la lancha se llamaba Willford pero todos lo conocían simplemente como el Conciencia.
Disfrutamos del atardecer en el mar y luego fuimos a nuestro hotel a arreglarnos para ir a cenar al Mar Azul. La cena estuvo sencillamente espectacular acompañada de un buen vino blanco y excelente compañía que es lo más importante. Luego de esto nos quedamos al show de ese hotel, Miss Decameron (para matarse de la risa) para luego matar la noche bailando en la disco del Mar Azul. Finalmente nos regresamos a nuestro hotel gracias a que los policías nos dieron un aventón (nos ahorraron 25000 pesos de taxi).

Yo me quedé dormido en la playa del San Luis pero mis panas aseguran que velaron toda la noche para ver el amanecer que fue espectacular dicen, me lo perdí.

Domingo 7-sep-2008:
Nos fuimos con el Juank a Johny Cay nuevamente a disfrutar de esas playas paradisíacas y de una sierra frita espectacular además de la respectiva terapia que había que darle al pobre muchacho por su decepción amorosa, pero ésa es harina de otro costal. Luego del mediodía nos volvimos a nuestro hotel y nos bañamos en la piscina para luego merendar en el Pastafari a toda velocidad pues teníamos que estar en el aeropuerto temprano.
Y aquí se acaba la historia con lágrimas pero también con excelentes recuerdos que se quedarán para siempre en mi memoria. Adiós San Andrés, ya nos volveremos a ver.

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